Volví a buscarte. Tú no estabas.
Pude sentir, igual que entonces,
En las seculares losas de la plaza,
Perpetuarse, la estela de tus pasos.
Sentada en el muro, te invoqué,
Presintiendo tu mirada entre los arcos.
Te esperaba.
No viniste. Más la espera no fue en vano.
Pues, acabé por entender,
Que inevitablemente, a mí regresarás.
Porqué desde tiempo inmemorial,
Yo te he soñado.
Y, volví a sentir crecer el árbol que cuidé,
para ofrecerte.
A los esquejes, alimentados de poemas,
Hojas estrelladas le brotaron.
Para en bello firmamento, bien formadas
Ser brillo en las miradas, y reclamos.
Quise sentir el gozo al contemplarte,
Regresando;
Al dibujo, y a mis manos.
Invento las tuyas mientras tanto,
Creando pinceladas de placer,
Trazando líneas de luz en las mañanas.
Infundiendo vida a nuestros actos.
Llegas.
Te sientas en el muro. Y dibujas.
¡Mi retrato!
3 comentarios:
A veces, quien espera no desespera y encuentra lo que realmente merece la pena.
Un abrazo
Bellísimo poema.
ees muro eres pilar, eres romance gracias por deleitarnos con tus poemas , felicidades
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