domingo, 23 de agosto de 2009

Nada es igual


Todo cambió cuando elegimos,
Bailar juntos el baile más sublime.
Nada volvió a ser igual, desde aquel día,
En que bailamos la danza de la vida.
Tal vez deba olvidar, que fuí a asomarme
Al acantilado de tu cuerpo, aquella tarde.
Que desde entonces, un mar embrabecido se desata,
Al evocar tu voz y tu mirada.
Ya sé que todo cambia a cada instante,
Y que tal vez no vuelva a contemplarte,
Pero siempre podré evocarte un rato a solas,
Fundirme en los silencios, formar olas.
Espirales irisadas si te pienso,
Acrecientan el valor de los recuerdos.
Impetuosas se estrecharon nuestras manos ,
Gravandose en mi mente el tacto de tu tacto.
Nada es ya lo mismo, y si me sueñas,
Seré la antorcha que te enciende el firmamento
Acompañarte en la noche, ansía mi alma,
Emborracharte con la tinta de mis versos.

sábado, 22 de agosto de 2009

En refugio te conviertes con el tiempo,

En cueva donde lamerse las heridas.

Cobijadora de recuerdos y de objetos,

Que embalsaman los baúles,

Impregnados en aroma a naftalina,

Conforman el paisaje de una vida.



Un mar gris en calma al que aferrarse,

Aletargando los sentidos y la risa.

Cacharros llenos de nada;

Que perdieron su misterio,

Al cubrirse con la mugre del olvido.



Poco a poco, serán pasto de polillas,

Se tornaran suaves mariposas,

Las páginas en blanco de diarios

Y convertidos en polvo los guiones,

Proclamarán las leyes de la vida.



Nada existe que toque o que contemple,

Que me alivie el dolor de tu partida.

Pasar página no es fácil,

Sobre todo si faltan páginas escritas.

Y aún menos, aceptar que en adelante,

No verás mi mano al escribirlas.



Más escribir es necesario

Y he de hacerlo, si estoy viva.

Aunque nadie comparta lo que escriba.



Mantengo la esperanza en que habrá un tiempo,

En que alguien amará lo que guardamos,

Y las miles de instantáneas y páginas impresas,

Provocarán gozo y sonrisas.



Tal vez nuestros hijos o los nietos,

Entretengan algún rato, al observarlos

Y descubran incrustados en sus genes,

Cantinelas que aliviaron sus desvelos

O amores impregnados del regusto de la tinta.