Despertamos la parte salvaje de otra alma,
corremos los visillos del pasado,
prendemos una mecha en la mirada,
de luz, esencia y fuego, y ese instante,
acrecienta la urgencia de acercarnos.
Transgredimos la cordura,
osadía y defachatez,
en el otro provocamos.
Despojados de artificios,
nos atrevemos a penetrar en lo selvático.
Refugiarse en grutas primitivas,
yaciendo en suelos empedrados.
Sentir la prisa citatera de fundirse,
Cabalgar por monte agreste,
aullando a la luna en brazos del amado.