
Conservo entre los dedos,
tu aroma inconfundible,
que pugna por atarme,
a pedazos de tu piel.
Mis labios me reclaman,
un mantra de tu boca,
que aleje los temores,
de no volverte a ver.
La alquimia que creamos,
al cruzarse las miradas,
transforma las cadenas,
en mágicos deseos
palabras y silencios,
rumores y certezas,
blancas flores y té.
Quiero cruzar el alba
de un mundo sin ausencias,
sin pétalos de rosa;
en barcos de papel.
Verte pintando nubes,
nadar contra corriente,
soltando las amarras,
sin ancla ni sin red.
No sé si esto es destino,
o solo simple suerte,
más se que en este instante,
florecen los narcisos,
que dan brillo a tus ojos,
y me hablan de niñez.
Y ya nada me asusta,
no temo, ni hay angustia,
consigo ser poema
volar sobre mis pies.