sábado, 22 de agosto de 2009

En refugio te conviertes con el tiempo,

En cueva donde lamerse las heridas.

Cobijadora de recuerdos y de objetos,

Que embalsaman los baúles,

Impregnados en aroma a naftalina,

Conforman el paisaje de una vida.



Un mar gris en calma al que aferrarse,

Aletargando los sentidos y la risa.

Cacharros llenos de nada;

Que perdieron su misterio,

Al cubrirse con la mugre del olvido.



Poco a poco, serán pasto de polillas,

Se tornaran suaves mariposas,

Las páginas en blanco de diarios

Y convertidos en polvo los guiones,

Proclamarán las leyes de la vida.



Nada existe que toque o que contemple,

Que me alivie el dolor de tu partida.

Pasar página no es fácil,

Sobre todo si faltan páginas escritas.

Y aún menos, aceptar que en adelante,

No verás mi mano al escribirlas.



Más escribir es necesario

Y he de hacerlo, si estoy viva.

Aunque nadie comparta lo que escriba.



Mantengo la esperanza en que habrá un tiempo,

En que alguien amará lo que guardamos,

Y las miles de instantáneas y páginas impresas,

Provocarán gozo y sonrisas.



Tal vez nuestros hijos o los nietos,

Entretengan algún rato, al observarlos

Y descubran incrustados en sus genes,

Cantinelas que aliviaron sus desvelos

O amores impregnados del regusto de la tinta.


2 comentarios:

Paco Alonso dijo...

Bello poema..con toda su intensidad
gracias por compartir

cáldo abrazo

Anónimo dijo...

Profundidad y exicitación a la vez.
Gracias.