
Todo cambió cuando elegimos,
Bailar juntos el baile más sublime.
Nada volvió a ser igual, desde aquel día,
En que bailamos la danza de la vida.
Tal vez deba olvidar, que fuí a asomarme
Al acantilado de tu cuerpo, aquella tarde.
Que desde entonces, un mar embrabecido se desata,
Al evocar tu voz y tu mirada.
Ya sé que todo cambia a cada instante,
Y que tal vez no vuelva a contemplarte,
Pero siempre podré evocarte un rato a solas,
Fundirme en los silencios, formar olas.
Espirales irisadas si te pienso,
Acrecientan el valor de los recuerdos.
Impetuosas se estrecharon nuestras manos ,
Gravandose en mi mente el tacto de tu tacto.
Nada es ya lo mismo, y si me sueñas,
Seré la antorcha que te enciende el firmamento
Acompañarte en la noche, ansía mi alma,
Emborracharte con la tinta de mis versos.